En las granjas, los productores de leche han estado buscando fórmulas para tratar sus vastas cantidades de residuos procedentes del ganado y convertirlo en un combustible llamado biogás. Para producirlo, un agricultor necesita comprar equipo especializado que convierte el estiércol, a través de un proceso de digestión anaeróbica, en una gran cantidad de metano que puede ser utilizado como un reemplazo del gas natural o el diesel.
Una vaca promedio genera los suficientes residuos por día para alimentar una bombilla de 100 vatios. Según cálculos, diez mil vacas podrían alimentar un centro de datos de un megavatio –el equivalente de un pequeño centro de datos utilizado por un banco–.
Los equipos producen una gran cantidad de calor residual que, precisamente, es necesario para los sistemas que crean el biogás. Las vacas no sustituirán la energía hidroeléctrica utilizada por muchos de estos centros de datos, pero hay un interés creciente en el biogás y esto presenta una buena oportunidad de rentabilizar el abono.
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