
Las dificultades y las polémicas asociadas con este procedimiento (que básicamente es crear embriones clónicos para destruirlos después) se superaron en parte gracias al descubrimiento en el año 2006 de las células reprogramadas, las iPS. Con esta técnica se puede transformar en principio cualquier célula de nuestro cuerpo en algo parecido a una célula madre. En teoría, después podríamos obligarla a convertirse en cualquier tipo de tejido que necesitáramos.
Hace unos días veíamos otro sorprendente avance. Un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, en California, ha descubierto la manera de saltarse el paso intermedio: en su artículo explican cómo han generado neuronas en ratones a partir de otro tipo de células, sin necesidad de convertirlas antes en iPS. Sobre el papel, esto no debería ser posible ya que siempre se ha creído que una célula adulta no podía cambiar sus características de una forma tan radical como hacen las de los embriones.
El descubrimiento de las iPS fue el primer aviso de que este dogma peligraba. Este nuevo trabajo nos haría pensar que, si encontramos la manera adecuada, podríamos obligar a cualquiera de nuestras células a convertirse en otra diferente. Por ejemplo, un trozo de piel podría acabar metamorfoseado en un pedazo de riñón. Todo esto sin necesidad de mencionar células madre o siquiera reprogramadas, y ahorrándonos un montón de tiempo y de problemas técnicos (entre ellos la posibilidad que las iPS generen un cáncer)...
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