
No sólo la humanidad deberá hacer frente a este desafío, sino que que habrá que hacerlo con unos recursos naturales cada vez más escasos como la energía, el agua y el suelo, todo ello en un entorno de protección al medio ambiente y con la amenaza del cambio climático como telón de fondo.
Los científicos aseguran que nunca se ha comido mejor ni más seguro que ahora, en contra de lo que se pueda decir. Buena prueba de ello es el aumento en la expectativa de vida en los países que tienen cubiertas su necesidades alimentarias, sanitarias e higiénicas.
En la alimentación esto ha sido posible —aseguran— gracias a la puesta en marcha de multitud de tecnologías, desde las usadas en la agronomía hasta la industria alimentaria. Todas son necesarias y no se puede prescindir de ninguna. En este sentido, la biotecnología agrícola es una potente instrumento, que «en sus catorce años de historia, ha aportado enormes beneficios sociales, medioambientales y económicos», se asegura en un manifiesto titulado «Biotecnología, una herramienta para la agro-alimentación de la que no podemos prescindir». Este texto ha sido elaborado por la Fundación Antama y se han adherido asociaciones de agricultores como Asaja, PRObio o UPA-Andalucía; científicas como Sebiot; empresariales como Asebio o BioVal; productoras como Agpme, Ancoporc, Anove, Anprogapor, Asoprovac, Aseprhu y Cesfac.
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